A veces quebrarse está bien
Los altibajos hacen parte de una vida bien vivida.
La necesidad de nutrir el perfeccionismo nos desgasta y nos lleva a cuestionarnos con frecuencia. Los errores y las equivocaciones se sienten como fantasmas poderosos que nos aterrorizan y así, terminamos dando más importancia a lo que nos hace falta y no a lo que somos, sabemos y tenemos.
Con los momentos retadores, aprendemos a mirar nuestros puntos ciegos y a explorar y trabajar en nuestras oportunidades. Cuando sientas que te “rompiste”, recuerdes de que veniste a esta vida a ampliar tu “mirada” y tu “estar siendo” y a gozarla. Siempre podrás escoger aprender y crecer con los “quiebres”. Las adversidades son grandes brújulas.
Que viva la excelencia y no la exigencia!